La imagen

La Soledad en la sacristía

La Soledad en la Sacristía

La Soledad

Dentro de la poca documentación de la que hemos podido disponer, hasta ahora, para conocer los orígenes de la Cofradía de la Soledad nos remitimos a Revista de historia "Jerónimo Zurita", n.* 83 (2008) en el artículo de Isabel Pérez Pérez “Las cofradías religiosas en la Diócesis de Teruel durante la Edad Moderna” donde aparece citada la Cofradía de la Soledad cuando habla de la forma de conseguir ingresos en la misma a través de legados testamentarios. Es el caso de Juan Adrián, notario y Jerónima Navarro, cónyuges de Teruel, que en julio de 1615, hicieron testamento. Dispusieron ser enterrados en la iglesia de San Pedro y legaron parte de sus bienes, entre la cofradía de Nuestra Señora la Soledad.

En la Diócesis de Teruel, a la altura del siglo XVIII, predominaban las cofradías de santos, seguidas de las cofradías marianas. La frecuente existencia de un santuario mariano en cada localidad, unida al deseo de la Iglesia oficial de extender el culto a la Virgen, explica la abundancia cofradías de Nuestra Señora, como la de la Villavieja, de Villaspesa, del Remedio, de la Soledad y de los Desamparados en Teruel”. (Texto extraído del artículo de dicha autora)

Salvo que aparezca nueva documentación, estos podrían ser los orígenes de la Cofradía de la Soledad. De hecho la vigente o actual Cofradía se refundó el 1 de marzo de 1942, tal y como consta en los estatutos actuales.

En cualquier caso, en el Convento de Santa Catalina, se encuentra desde tiempos inmemoriales Nuestra Señora de la Soledad, (cuya imagen data del Siglo XVII según el maestro Félez Bernad). Es durante la Guerra Civil cuando Nuestra Señora junto con la imagen de Santa Clara son escondidas en la casa de la familia Sierra en la calle Yagüe de Salas, para evitar su saqueo o destrucción. Después de la contienda son rescatadas entre los escombros ambas imágenes con algún daño debido a los bombardeos. Desde entonces se mantiene el culto a la Virgen de la Soledad en su capilla dentro de la Iglesia del Convento.

La capilla

El retablo de la Virgen de la Soledad que se conserva en el Convento de las Clarisas, es una obra muy singular dentro de la retablística turolense de la primera mitad del siglo XVII. Estructuralmente todo el retablo se articula en torno a la imagen de la titular. En la parte inferior, un banco con imágenes de pintura. A ambos lados, dos columnas doradas con decoración de angelotes en el tercio inferior, y gallones en el resto. Decoración también de angelotes en el dintel y la cornisa, en este caso policromados y rodeados de elementos vegetales. Se corona la obra con un escudo de rango episcopal. Todo el conjunto mantiene una unidad de estilo acorde con la cronología citada, momento en el que se observa en el arte mueble de muchas iglesias un fenómeno que consiste en la asimilación de distintos modelos artísticos procedentes de Italia, y más puntualmente de la ciudad de Roma. De allí procedería la moda de dividir las columnas en diferentes superficies decorativas o la inclusión de los angelotes de tradición clásica.


No obstante, es en la zona del banco donde mejor se observa esa relación clasicista. En este lugar se disponen las imágenes pintadas, que son las que mayor valor artístico tienen de todo el retablo.

Capilla de la Soledad

Capilla de la Soledad

La Dolorosa

Virgen de los Dolores

La Soledad del Septenario

Era una tradición, realizar el septenario de la Cofradía con otra imagen de la Virgen de la Soledad, que tenían las Clarisas en el Convento (actualmente cedida a la Cofradía).

Con el paso del tiempo la practica del Septenario cayo en desuso y se transformo en Triduo, sustituyendo esta Soledad, por la talla actual que es la que procesiona.

Esta Soledad posee su ajuar, que comprende la capa, delantal bordado y corona (obsequio de la señora de Sastrón).

Las camareras de la Soledad

Detalle de la mantilla
Detalle del corazón en la mantilla
Detalle del puñal y la corona de espinas

Detalles de la vestimenta de la Virgen de la Soledad

El origen de la palabra camarera viene de la palabra cámara. Hace alusión a la habitación de la reina, siendo las camareras las únicas autorizadas a ingresar en ella. La Camarera Mayor era la señora de más autoridad entre las que servían a la reina. Una de las acepciones que recoge el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española del término camarera es refiriéndose a la persona, generalmente una mujer, que tiene a su cargo cuidar el altar y las imágenes en las cofradías o hermandades religiosas.


El sentir de las camareras es de respeto, humildad y reverencia, pero sobre todo de disponibilidad y acercamiento. La Virgen las quiere cerca y atentas por si quiere algo de ellas. De hecho la oración que realizan las camareras antes de empezar a preparar a la Virgen es para ayudarla a reunirse de nuevo con sus cofrades y otros fieles que la esperan con anhelo.

El momento de vestir a la Virgen es el más hermoso de la Semana Santa: cuando se cierra la puerta de la sacristía y te quedas a solas con ella, cara a cara, susurrándole penas y alegrías, hablándole como a una amiga, con respeto.

Es un momento tan íntimo e indescriptible... Es orgullo y privilegio.

 Es sentimiento.